domingo, 12 de junio de 2011

Benito Quinquela Martín

Lámina 03

Lámina 02

Lámina 01

Benito Quinquela Martín fue un niño huérfano nacido en Buenos Aires en 1890 y adoptado seis años más tarde por Manuel Chinchella y Justina Molina. Tuvo una breve instrucción académica formal, pues ya a los nueve años lo vemos trabajando de carbonero en el puerto. Posteriormente (1907) comenzó a estudiar arte y a partir de ese momento la pintura pasó a ser su eterna compañera.


Benito Quinquela no vino al mudo del arte para ser un representante más de la belleza formal ni para ser un idealista. Lo que él quería era mostrar a la gente de La Boca en ese diario y duro faenar, como en su caso con jornadas de trabajo hasta 1908 de más de ocho horas cargando bolsas de carbón que exedían los 70 kg. de peso, y lo consiguió de manera extraordinaria a través de excelentes composiciones donde la emoción plástica que nos transmite radica en la agresividad de colores empastados y enmarcados por esa incisiva línea con la que dibuja (lámina 01) y que nos transporta a una inquietante realidad de intenso dramatismo, donde siempre vemos prevalecer el sentimiento sobre el pensamiento.


En cada cuadro de La Boca donde aparece el hombre, Benito suele representarlo mediante una extraña caligrafía que los hace parecer como seres que hormiguean entre puentes y aparejos, subordinados al color de los barcos surtos en el puerto, para lograr así acentuar más el dramatisco de la obra (lámina 02). En la pintura de Quinquela hay un incuestionable toque de realismo social (lámina 03) que siempre pienso se debe, entre otras, a la influencia que en él ejerció el Dr. Alfredo Palacios, abogado, diputado y senador argentino, para quien Quinquela fue durante una época una especie de activista político.


Tratar de ubicar a Quinquela dentro del naturalismo o el posimpresionismo, como en ocasiones se ha tratado de hacer, no me parece acertado, pues sólo basta detenerse brevemente y analizar algunas de sus obras para notar que el color, en muchas de sus producciones, tiende en espíritu a la clara expresión de un sentimiento más que servir a la identificación de un objeto conocido. En muchas de sus escenas portuarias además de observar en la línea del horizonte grandes chimeneas lanzar su humo al viento, como en una deliberada manera de bajar la intensidad del color, pues tal parece como si Benito no quisiera que los colores vibraran demasiado y por ello los oscurece para que así estén más en consonancia con aquello de que la vida del puerto es dura y el hollín lo empaña todo.


La personalidad de Benito Quinquela Martín se presenta al análisis, lo mismo desde el punto de vista de lo que representó para la pintura de su época, como de la esencia expresiva de sus obras en el entramado social. Su concepto del arte y del lugar que corresponde al artista en la sociedad está indudablemente marcado por su personal experiencia de duro laborar como carbonero en “La Boca”.

Roberto J. Cayuso