domingo, 25 de julio de 2010

El Suprematismo (Otra forma de abstracción)

Alexander Rodchenko (1891-1956)

Lyubov Popova (1889-1924)


Kazimir Malevich (1878-1935)


Con un rechazo total a toda forma imitativa de la naturaleza y libre de ilusionismos pictóricos, hizo su entrada al mundo del arte el suprematismo del pintor ruso Kazimir Malevich (1878-1935).

En el año 1913 Malevich decide abandonar la aventura futurista y se aparta de todo tipo de representación objetual, para pasar a la creación de formas que él llamó “absolutas”. Formas totalmente autónomas, independientes y libres de toda referencia con nuestro entorno “real”.

En 1915 Malevich dio a conocer el “Manifiesto del Suprematismo”. Documento en el que colaboró en su redacción el poeta ruso Vladimir Mayakovsky (1893-1930), en donde se daba a conocer oficialmente el nacimiento de una nueva corriente plástica, adscrita al abstraccionismo, pero con características tan propias que la van a diferenciar de cualquier otra forma de abstracción.

En 1920, cinco año después que se diera a conocer el “Manifiesto del Suprematismo”, se añadió “El Suprematismo como mundo de la no representación”, la más importante obra teórica de Malevich donde hace referencia “de la supremacía de la sensibilidad pura en las artes figurativas”: “Obras alejadas de toda implicación utilitaria; abstracciones de tipo geométrico fundamentadas en el uso de formas simples y elementales: línea recta, cuadrado, cruz, así como colores planos, blanco y negro”.

En cierta ocasión Malevich tratando de dar una explicación racional a esta nueva expresión artística dijo: “Por suprematismo entiendo la supremacía de la sensibilidad pura en las artes figurativas. Para el artista suprematista siempre será válido aquel medio expresivo que permita que la sensibilidad se exprese de modo posiblemente pleno como tal, y que sea extraño a la objetividad habitual”.

El suprematismo ejerció una influencia decisiva en el posterior desarrollo de la abstracción, y algunos de sus postulados son aplicables a otras formas de abstracción como en el caso del arte concreto.

domingo, 18 de julio de 2010

Humberto Hernández (El Negro)

Catálogo de una de sus exposiciones



Cada vez que veo un cuadro de Humberto Hernández, no puedo evitar que me asalte la memoria la “Vista de Toledo” del Greco, y no por el parecido formal entre ambos, sino por algo más sutil: el sentimiento de estar en medio de la tormenta.

Humberto es un artista que ha escogido el paisaje como su forma de expresión, pero sin ninguna semejanza con el paisaje tradicional. Construye formas con total libertad expresiva, pues más que interesarle hallar el parecido con la realidad lo que busca es transmitirnos la majestuosidad del tema, al crear grandes masas coloreadas que al expandirse parecen romper las formas que las contienen y saltan y se mezclán, movidas por el viento, mientras lanzan destellos luminosos que recorren toda la superficie del cuadro y que a veces justifica como rayos que caen sobre un imaginario tendido eléctrico.


En cada una de las obras de este artista hay una entrega personal fruto del recuerdo de sus largas andaduras a través de campos arrasados por la fuerza de las tormentas que muchas veces han asolado su paisaje natal. Por esos caminos ha ido tomando apuntes mentales o esos otros que se graban con fuerza en la retina del creador, para luego aparecer re-creados en una tela o quizás en un papel que en ligero vuelo la mano del artista supo expresar la esencia de la tragedia.

Si observamos detenidamente cualquier obra de Humberto, veremos que concibe sus cuadros como obras abstractas, es decir, son grandes planos de color sobre la tela en la que va a colocar uno o dos elementos “figurativos” -árboles o rústicas viviendas- que nos van a servir como elementos referenciales para que cada espectador construya, en su ya exaltada imaginación, diferentes modos de ver un paisaje que sólo va a existir en la imaginación de quien lo mira.

Roberto J. Cayuso

domingo, 11 de julio de 2010

Estilos

William Turner (1775-1851)

"Vista del Delft" por Jan Vermeer (1632-1675)

Miguel Angel (1475-1564)---------- Caravaggio (1571-1610)

Cuando hablamos de estilo lo hacemos de una manera de expresarse artísticamente capaz de diferenciar una época, un país -a veces una región- y hasta un artista individualmente, pues como señala Wolfflin en su libro “Conceptos fundamentales en la historia del arte”: “Nadie pretenderá sostener que la visión evoluciona por sí misma”.

Cualquier espectador avezado en la historia del arte, es capaz de notar las variaciones esenciales entre obras, por ejemplo, del Renacimiento y el Barroco, pues existe una diferencia sustancial en como son tratados en cada uno de estas dos épocas la representación artística.

Mientras el Renacimiento retomó algunos valores de la antigua cultura clásica griega e introdujo la perspectiva lineal en un mundo de serenas imágenes; el barroco nos turbó con un inusitado movimiento donde reina la curva y se recargan las formas.

La aplicación del color, en infinidad de pinturas, es posiblemente uno de los aspectos que más ha ayudado a establecer las diferencias entre las distintas escuelas, independientemente de la época en que fueron realizadas. Por ejemplo, poco o nada tiene que ver el color del arte flamenco en relación con el de la pintura inglesa. Con esto último estamos dejando bien claro que además del tratamiento que el artista hace del tema, la aplicación del color ha sido un elemento clave para diferenciar el estilo de un país.

Por último hablemos del estilo personal de cada creador que como ya hemos visto suele estar estrechamente vinculado a la época, a su país o región y que en muchas ocasiones adquiere una muy personal manera de representación. Eso es lo que conocemos por estilo personal y por el que somos capaces de reconocer a su creador. Es algo así como una huella invisible que algunos artistas le imprimen a sus obra, dándole un sello personalísimo e inconfundible a cada una de sus producciones.

Roberto Cayuso









domingo, 4 de julio de 2010

El Arte Póvera

"Bed" por Robert Rauschemberg -Arte Pop- (1925-2008)

“Venus of the rag”, del artista italiano -Póvera- Michelangelo Pistoletto (1933)

Luciano Fabro (1936-2007)

Giulio Paolini (1940)

El arte póvera nació en Italia a finales de la década de 1960 y tuvo su momento culminante en la exposición del Museo Cívico de Turín en el año 1971. Una de las principales características de este nuevo estilo fue la de emplear en sus obras materiales desechados tales como fragmentos metálicos, trozos de vidrios, lozas, etc. También utilizaron elementos de la naturaleza como ramas de árboles, piedras, arena y casi todo lo que fuera de fácil obtención, pues de ahí viene el nombre “arte pobre”, con el que lo bautizó el crítico italiano Germano Celant (1940).

El Póvera es un arte eminentemente no-mercantilista y continuador de muchos de los principios Dada, con quien comparte elementos de gran afinidad, aunque muchas veces con envolturas diferentes.

Otro tanto sucede con el Arte Pop en relación al Arte Póvera, pues ambos son expresiones artísticas objetuales que, aunque se valen de la tradicional representación realista en sus producciones artísticas, están más interesados en el concepto que en el objeto.

Uno de los hechos plásticos que mejor muestra la interdependencia de algunos de los movimientos artísticos que fueron claves en la segunda mitad del siglo XX, lo podemos ver en la obra que en el año 1955 hizo el artista norteamericano Robert Rauschemberg -Arte Pop- (1925-2008) titulada “Bed”, en donde tomó un grupo de ropas de una cama, las manchó de pinturas y las colgó. Si comparamos esta obra con “Venus of the rag”, del artista italiano -Póvera- Michelangelo Pistoletto (1933), vamos a percatarnos de inmediato que mas allá del parecido formal entre ambas obras, hay algo más importante y trascendental: la fijación de un concepto.

Entre algunos de los artistas más relevantes del Arte Póvera se encuentran Giovanni Anselmo, Paolo Calzorali, Luciano Fabro, Michelangelo Pistoletto, Giulio Paolini, etc.

Roberto J. Cayuso