domingo, 18 de julio de 2010

Humberto Hernández (El Negro)

Catálogo de una de sus exposiciones



Cada vez que veo un cuadro de Humberto Hernández, no puedo evitar que me asalte la memoria la “Vista de Toledo” del Greco, y no por el parecido formal entre ambos, sino por algo más sutil: el sentimiento de estar en medio de la tormenta.

Humberto es un artista que ha escogido el paisaje como su forma de expresión, pero sin ninguna semejanza con el paisaje tradicional. Construye formas con total libertad expresiva, pues más que interesarle hallar el parecido con la realidad lo que busca es transmitirnos la majestuosidad del tema, al crear grandes masas coloreadas que al expandirse parecen romper las formas que las contienen y saltan y se mezclán, movidas por el viento, mientras lanzan destellos luminosos que recorren toda la superficie del cuadro y que a veces justifica como rayos que caen sobre un imaginario tendido eléctrico.


En cada una de las obras de este artista hay una entrega personal fruto del recuerdo de sus largas andaduras a través de campos arrasados por la fuerza de las tormentas que muchas veces han asolado su paisaje natal. Por esos caminos ha ido tomando apuntes mentales o esos otros que se graban con fuerza en la retina del creador, para luego aparecer re-creados en una tela o quizás en un papel que en ligero vuelo la mano del artista supo expresar la esencia de la tragedia.

Si observamos detenidamente cualquier obra de Humberto, veremos que concibe sus cuadros como obras abstractas, es decir, son grandes planos de color sobre la tela en la que va a colocar uno o dos elementos “figurativos” -árboles o rústicas viviendas- que nos van a servir como elementos referenciales para que cada espectador construya, en su ya exaltada imaginación, diferentes modos de ver un paisaje que sólo va a existir en la imaginación de quien lo mira.

Roberto J. Cayuso

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