sábado, 13 de agosto de 2011

La pintura mágica de Miguel Ordoqui



La obra de Ordoqui es ante todo y sobre todo la definición de la forma. Es uno de esos pocos creadores para quienes la forma de la vida y los impulsos de las personas son un lenguaje cifrado lleno de los más poéticos secretos. Nada le resulta ajeno en la propuesta de la vida y es de ella que se nutre su pintura.

Pintor expresionista nos muestra a través de sus obras un universo en el que todo es factible y puede cualquier cosa suceder, pues aquí no hay más freno que el de su imaginación con la que logra que cada una de sus obras sea es una nueva sorpresa para el espectador.

Más allá del tema escogido por Ordoqui para la construcción de cada una de sus pinturas nunca deja de sorprendernos por la gracia y ligereza que imprime a cada uno de sus modelos como, por ejemplo, en la articulación que hace de un brazo, de una muñeca, sorprendida en el instántaneo desarrollo del gesto, un giro del cuello, el dorso de una mano o una torsión de las caderas.

En la pintura de Ordoqui los personajes que pueblan sus telas nos llegan mediante colores fuertes y en ocasiones hasta agresivos, con los que va estableciendo planos de color en donde van a interactuar los personajes de sus construcciones plásticas. Potenciando a través del color el impacto emocional del espectador.

Si analizamos detenidamente los temas de mascaradas y jolgorios, abundantes en la obra de Ordoqui, vamos a ver que tras la exageración y distorsión de los temas y personajes de sus telas existe otra lectura que subyace bajo el fulgor del oropel y es la que nos habla de los sentimientos, la fantasía y los sueños donde para nada cuentan ni la luz ni la perspectiva, que son alteradas intencionalmente.

Roberto J. Cayuso