domingo, 27 de diciembre de 2009

El arte de crear


Cuando hablamos de Mari, lo estamos haciendo de alguien que no conoce de limitaciones en ese diario quehacer de formas y colores. Es una artista autodidacta, y escultora por derecho propio, que nos entrega en cada una de sus producciones un mundo de imágenes tan personales que siempre vamos a reconocer su autoría.

En la obra de Mari, podemos ver que es una creadora que no rehuye los retos del oficio; sino que por el contrario los busca. De eso nos percatamos enseguida que vemos en su obra los más variados temas, pues va de las formas más conservadoras a las más modernas y en los más disímiles materiales. Para Mari lo mismo es el bronce que la piedra o la cerámica.

En toda obra de Mari, las formas, en un comienzo, van surgiendo lentamente y luego, como si cobraran vida, fluyen en un torrente que pugna por llegar a la meta. No le resulta importante el tema en sus obras, pues éste no es más que un pretexto con el cual ha de transformar sueños en realidades, en las que prevelecerá la tendencia de su espíritu creador que ha de revestir el tema escogido con formas tan sensibles que lo despojarán de toda referencia con el mundo circundante.

Roberto J. Cayuso

Este es un documental, en inglés y español, dedicado a Mari Sánchez, en un recorrido a través de la obra de esta artista, donde se muestran algunas de sus más notables obras.

jueves, 24 de diciembre de 2009

El grito

El grito

Muerte en la cama

Vampiro

La obra de Munch, es de un fuerte contenido que se expresa de manera violenta y no sólo por los temas y actitudes de los seres que pueblan sus telas. Hay que ver la tremenda fuerza expresiva con la que dota a sus personajes mediante la combinación del color y ese dibujo suyo que tal parece hendir el color para entregarnos esos arrebatos expresivos de alguien como él: introspectivo e existencial.

En cierto momento de su vida Munch nos narra como le nació la idea de su célebre cuadro “El grito”. Con las palabras que el artista empleó para describirnos este suceso se nos facilita, en gran medida, la comprensión de su obra.

"Andaba por un camino con unos amigos. Se puso el sol. Sentí un ataque de melancolía. De pronto el cielo se puso rojo como la sangre. Me detuve y me apoye en una barandilla muerto de cansancio y miré las nubes llameantes que colgaban como sangre, como una espada sobre el fiordo azul-negro y la ciudad. Mis amigos continuaron caminando. Me quedé allí temblando de miedo y sentí que un grito agudo interminable penetraba la naturaleza".

Roberto J. Cayuso

martes, 22 de diciembre de 2009

La pintura metafísica

Giorgio de Chirico (1888-1978)

Carlo Carra (1881-1966)

Giorgio Morandi (1890-1964)

La pintura metafísica u onírica, como también es conocida, planteó una reacción contra la pintura futurista, en cuanto persigue la calma y lo estático. Sus recursos espaciales y ambientes oníricos fueron imitados posteriormente por un amplio sector de pintores dentro del surrealismo. Fue un movimiento pictórico que se desarrolló en Italia alrededor de 1917 como producto del encuentro en un hospital militar de Giorgio de Chirico y el antes futurista Carlo Carra. A los que posteriormente se les unió Giorgio Morandi.

Fue el arte metafísico un movimiento que se caracterizó por sus imágenes fantásticas de ambientes oníricos, principalmente de espacios urbanos y arquitectónicos renacentistas, chimeneas y plazas solitarias que combinan con elementos dispares. Utilizaron las sombras para establecer ritmos entre las figuras y objetos. Representaron figuras despersonalizadas en actitudes estáticas y generalmente con forma de maniquí. Los objetos y figuras son presentados en enigmáticas relaciones y descontextualizados de lo cotidiano para convertirlos en signos alegóricos de otro nivel diferente y escondido de la realidad. Propugnaron por un retorno al orden y los valores formales e inspiracionales de la pintura italiana de los siglos XIV y XV.



sábado, 19 de diciembre de 2009

El futurismo

Giacomo Balla (1871-1958)

Gino Severini (1883-1966)

Luigi Russolo (1885-1947)

En el año de 1909, paralelamente al desarrollo del cubismo, surgió el futurismo, estilo de cual tenemos conocimiento a partir de un manifiesto publicado en el periódico francés Le Figaro el 20 de febrero de 1909 y titulado "Manifiesto de la poesía futurista", escrito por el poeta Filippo Marinetti. Los futuristas glorificaron la energía y velocidad de la vida moderna. El dinamismo futurista es un medio expresivo con el cual pretenden reflejar más el proceso de cambio que el objeto en sí mismo. Con el dinamismo y violencia de la nueva sociedad tecnológica, Marinetti afirmaba que la magnificencia del mundo se ha enriquecido de una belleza nueva: la belleza de la velocidad.

Basados en estos principios los futuristas, dirigidos por Marinetti, se dieron a la tarea de edificar un arte propio, de la era mecánica, introduciendo el concepto de tiempo-espacio en la pintura. Russolo pintó su célebre automóvil en carrera vertiginosa y Severini su raudo tren. Mediante la simultaneidad de movimiento Balla, compuso su rítmico perro marchando detrás de su dueña, con una ingeniosa contraposición de líneas, constituídas por las numerosas patas del perro, la correa y las piernas de la mujer.

lunes, 14 de diciembre de 2009

El cubismo

Fernand Leger (1881-1955)

Georges Braque (1882-1963)

Pablo Picasso (1881-1973)

Los primeros en comprender e interpretar con intransigencia y extremismo la lección de Cézanne fueron Picasso, Braque y Léger. La retrospectiva de Cézanne en el Salón de Otoño en 1907, un año después de su muerte, les impresionó vivamente. Justamente en ese mismo año de 1907 Picasso, termina su gran obra les demoiselles d’Avignon. Esta pintura es la que algunos sitúan como la primera obra con la que se estrena de manera oficial el cubismo dentro de lo que posteriormente va a conocerse como el "período Cezanniano". Esta primera fase del cubismo está comprendida dentro de los años 1907 a 1909.

Entre los años de 1909 a 1911 surge el "cubismo analítico", en donde lo que se representa no es ya una traducción a pintura de lo que se ve en el mundo real. Por el contrario durante este período los cubistas se orientaron hacia la representación de las cosas no como las vemos, sino como se sabe que están construídas, es decir, en su estructura esencial, o lo que es igual, en sus formas básicas. Unieron en un mismo cuadro distintos aspectos del objeto reproducido y redujeron el empleo del color, dándole preferencia al uso de los grises y las tierras. Sobre el lienzo analizaron los objetos y los descompusieron. Toda alusión al mundo real quedó minimizada, aunque sin perder la referencia de los objetos de nuestro mundo circundante, pues no concibieron la abstracción pura en esa nueva forma creativa

Entre los años de 1912 y 1913 el movimiento cubista entra en su última fase conocida como el "período sintético" en el que un grupo de artistas aplicaron sobre la superficie del cuadro materiales y objetos de todo tipo, surgiendo así el collage. Papeles de periódicos, maderas, cartones, y muchas otras cosas de nuestra realidad cotidiana, fueron utilizados por primera vez en la construcción de sus cuadros creando así lo que llamaron la pintura-objeto, es decir un objeto creado por el artista, en oposición al objeto real que a diario vemos en nuestro mundo circundante. De esta forma la autonomía de la pintura, respecto al motivo externo, quedaba garantizada y además rompían así los límites hasta entonces infranqueables, entre el arte y la vida. Porque el cubismo más allá de su fase, analítica o sintética, es como lo definió el poeta Pierre Reverdy: ...”un arte eminentemente plástico, un arte creador y no un arte reproductivo o interpretativo.”

domingo, 13 de diciembre de 2009

La Imagen Viva (Peter von Artens)


Peter Von Artens. Pinturas-Retratos.

This book covers a period of twenty years in the work of this Argentine painter who expresses great joy through his realistic still-lifes and portraits. Text by Roberto J. Cayuso. Palette Publications. 80 pages, 67 color illustrations; 9 x 12 in. In Spanish and English. Hardcover.


Cuando hacemos un análisis crítico a la obra de Von Artens, una de las primeras cosas que nos viene a la mente es el planteamiento universal al problema de la realidad, en oposición al idealismo, donde se concibe la materialidad del mundo externo como un fenómeno que no necesita ser deducido, sino inmediatamente percibido.

Para Von Artens el valor de la realidad objetiva, como elemento representativo, es valido por sí mismo al desencadenar un proceso de entrega de nuevos significados y sentidos en el marco de una banalidad aparente que es donde logra alcanzar la plenitud de las posibilidades imaginativas y asociativas, logrando que su obra trascienda siempre lo que aparentaba ser el plan original.

Nos llama la atención su capacidad de re-crear para el espectador un mundo de formas muchas veces conocidas; pero trabajadas con tal preciosista que la realidad se hace alucinante. Todo lo cual nos hace recordar a Courbet cuando dijo: El arte de la pintura consiste en la representación de los objetos que el artista puede ver y tocar... La pintura es esencialmente un arte concreto, que únicamente puede estar compuesto por la representación de las cosas reales y existentes ...

Para Von Artens el realismo pictórico es algo más que el tratar de aprehender elementos de nuestro mundo circundante y expresarles con la mayor fidelidad posible, pues esto no es más que una de las fórmulas que utiliza para llevar al espectador hacia un mundo plástico en el que nuestras facultades cognoscitivas son confundidas y donde nueces, piedras y vasijas dejan de serlo, al ser extraídas de su contexto y, sin perder sus apariencias distintivas, se transmutan en elementos maravillosos una vez despojados de sus valores utilitarios o de aquellos que les confiere la naturaleza; viéndolos ahora en una nueva dimensión arstístico-ilusionista, en la cual los signos exteriores adquieren nuevos significados. De inmediato comprendemos que él ha logrado extender su expresión estética de lo local a lo universal, al hacer de lo cotidiano arte y trascendente lo intranscendente, al mostrarnos la belleza oculta de lo "insignificante" en un mundo al que no se llega por la percepción sensoria ni por el intelecto, sino a través del sentimiento.

Bajo semejante presupuesto estético es que parte la concepción creativa de este pintor que nos habla de ... su interés por la sensualidad de las formas y las bellezas que ellas encierran. A lo que además podemos añadir, la manera sutil mediante la cual introduce ciertos elementos distintivos del arte póvera en muchos de sus cuadros con los que logra, entre otros, efectos inquietantes por los contrastes que establece al emplear formas de diferentes texturas visuales en una misma composición ; en la que el "gran tema" no suele jugar un papel importante, pues, para él, lo verdaderamente interesante está determinado por el tratamiento del asunto y no por la "belleza" de lo anecdótico.

Los elementos constitutivos de sus "naturalezas" suelen llegarle más debidos al azar que por un razonamiento previo del tema. A través de ellos nos presenta en cada cuadro sus percepciones mas íntimas, mediante cuidadosas construcciones, donde las valoraciones cromáticas de las masas coloreadas conforman los volúmenes que en perfecto equilibrio logran armónicas composiciones; haciendo que sean las sombras las encargadas del modelado compositivo, en un interesante juego de fuertes contrastes que observamos en muchas de sus obras. Agregándole así un particular interés a muchas de sus pinturas.

Para Von Artens el color es parte esencial en la elaboración de cada creación, pues mas que los signos diferenciadores de las cosas son parte integral de ese mundo maravilloso que nos entrega en cada una de sus composiciones donde pasa de un color a otro por una suave transición, que resulta casi imperceptible, pues rechaza los contrastes violentos, prefiriendo la degradación de color, como medio expresivo, para separar los planos, al abrupto corte colorístico a la manera "fauve" . En sus creaciones las vibraciones de las diferentes valoraciones tonales nunca nos resultan estridentes, pues discurren a través de toda la superficie pintada con una suave veladura que, aunque disminuye la intensidad de los tonos, no impide que cada uno brille con independencia absoluta de los restantes.

En la entelequia de Von Artens cada una de las partes de sus cuadros es concebida en su conjunto, es decir, como parte integral de un todo en el que no se sacrifica ninguna de las partes para buscar un mayor realce de otras. Lleva la meticulosidad del detalle al máximo para que así sea mayor el efecto de la realidad que está destinada a expresar y mas aún a sugerir lo que en apariencias no estaba implícito, y pertenece al reino de lo onírico, siendo esto es lo que ocurre cuando dejamos de mirar los objetos representados como una fiel interpretación de sus semejantes, en nuestro entorno real, y pasamos a verlos con una óptica diferente en la que los valores táctiles y las sinuosidades del interior de sus formas nos son presentados en un escenario muchas veces suprarreal. En el que las imágenes, destacadas por el uso del color -Luz, toman otros rumbos capaces de mostrarnos un universo plástico de inagotables posibilidades que convierten la belleza de su arte en algo intemporal e imperecedero.

Aunque en este libro, que abarca un espacio de veinte años en la obra de Von Artens enfatizamos las naturalezas muertas y los retratos; los temas en la obra de este artista son tan diversos como amplia su capacidad de trabajo. Dedica largas horas de labor diaria a la pintura y con ella a la búsqueda de nuevas soluciones plásticas con las que irá renovando sus temas. En los que queda establecida una relación directa con la naturaleza, pues desdeña la representación de artilugios mecánicos o todo aquello que propenda a la enajenación del hombre y la naturaleza.

En sus obras la iluminación siempre la veremos entrar por nuestra izquierda, quedando la zona opuesta sumida en una suave penumbra que en ocasiones acentúa para producir un mayor dramatismo. Consiguiendo de esta manera el establecimiento de dos zonas perfectamente delimitadas por las altas y bajas luces. Por tal motivo es que si observamos cuidadosamente el objeto más próximo a la fuente de iluminación, veremos que es tan intensa la luz ahí que produce efectos contranstantes y una merma en las coloraciones de esa zona que debilita los contornos y llega a hacer palidecer los colores. Produciendo en el espectador un sentimiento de belleza, insospechada antes, en muchos de los elementos con los que construye sus cuadros.

Si en el arte japonés de disponer las flores (ikebana); éstas son consideradas como modelo del desarrollo, de la manifestación del arte espontáneo sin artificios y no obstante perfecto. Con Von Artens ocurre algo similar, aunque por diferentes caminos, pues en la más pura expresión plástica de este artista no existe nada semejante a rebuscados arreglos ni la gran escenografía; sino la más pura sencillez que unida a un excelente trabajo llegan a producir en el espectador el sentimiento de la belleza pura e intemporal en lo que seria la efímera vida de las flores.

Realiza bodegones en los que frutas y vegetales, o la unión de los mismos, se entremezclan en un encandilador juego de luces y colores, en el que las formas se confunden en las vueltas de blancos manteles o lustrosas superficies y donde por momentos la luz resulta cegadora, para luego atenuarse a la sombra de un pliegue o en el doblez de una forma, en una deslumbrante serie de diferentes valoraciones tonales, donde lo inanimado parece cobrar vida, y aceptamos que pueda suceder cualquier cosa, por irracional que nos resulte, en un escenario en el que la fantasía más que dada esta sugerida a nuestra imaginación. Logra así que no se agote el mensaje estético que emanan sus cuadros y no nos cansamos de mirarlos, pues, como toda obra de arte verdadera, lleva consigo el elemento trascendental que va más allá del mero virtuosismo en la fidelidad interpretativa, para pasar a convertirse en algo imperecedero que, por más que los veamos, siempre llevarán impregnado ese aire de frescura, de cosa nueva, presente en sus obras y por más que los analicemos siempre existirá aquello que no vimos o vimos de manera inadvertida la vez anterior. Haciéndonos reflexionar, al menos por un instante, ante la posibilidad multiplicada y renovada del mensaje estético que nos entrega Von Artens a cada nueva mirada nuestra.

En el retrato, su otra pasión, se encuentran presentes todas las cualidades anteriores y algo más, pues a la vez que alcanza un gran parecido con el modelo, es capaz de entregarnos algo que lo trasciendes es su habilidad al mostrarnos parte del carácter de los mismos.

Construye sus retratos a la manera de los clásicos y pone el mismo cuidado en la construcción de los planos posteriores que en el tema central, pues, para él toda la superficie del cuadro es un gran centro focal y como tal lo trata este magnífico pintor.De Von Artens podemos decir, sin esfuerzo alguno, que es un gran creador en su mejor momento. Capaz de entregarnos lo mismo un retrato que una naturaleza muerta y todos con el máximo de calidad expresiva, pues para él, como dijimos al principio de este ensayo, no existen temas grandes o pequeños; sino pretextos a ejecutar plásticamente y siempre buscando la máxima calidad expresiva que le ha dado el apelativo del pintor de La Imagen Viva.

Roberto J. Cayuso

viernes, 11 de diciembre de 2009

Newism

“Siempre que voy a hacer una pintura ya tengo una idea, más o menos general, de lo que quiero, pero cuando comienzo a mezclar los colores sobre la superficie en la que trabajo y veo las nuevas armonías de color que van surgiendo, me dejo llevar por lo que alli está ocurriendo y comprendo que es la magia de las formas por el color”.

Josignacio

Si la grandeza de un artista, según Clifford Still, «está en la profundidad de su comprensión y en el coraje que aporta en la realización de su propia visión». Josignacio, marcha por el camino correcto al proponernos, a través de un novedoso estilo que ha creado y llamado “Newism”, con el cual fusiona resinas y pigmentos colorantes. Obteniendo, de este modo, calidades de colores y texturas imposibles de lograr a través del uso de otras técnicas.

De un estilo que podemos decir que tiene su punto de partida en la Nueva figuración. La pintura de Josignacio, no niega el mundo real en beneficio de un cosmos interior, pues sus temas son extraídos de lo que percibe a su alrededor. Está situado tan lejos del expresionismo abstracto, como del realismo academizante. Nos plantea en sus producciones reminiscencias de la realidad objetiva; pero transformadas a su lenguaje plástico, lo que equivale decir a su ideal estético. Nunca llega a la deformación calculada en sus temas, como en el caso de Jean Dubuffet, pues las alteraciones que hace de los elementos de la realidad circundante, y con los cuales construye sus obras, son más bien estilizaciones destinadas a resaltar o destacar los valores formales de los elementos que componen nuestro diario entorno, al despojarlos de aquello que el uso, o su propia naturaleza, les confirió, para convertirlos en elementos de belleza plástica ajenos a toda connotación anterior.

Los cuadros de Josignacio, suelen ser de gran formato y gusta de mantener una secuencia rítmica a través de toda la superficie, balanceando las masas coloreadas. Logrando un control del equlibrio y euritmia que es sentida en todas sus creaciones, en las que nada es dejado al azar. Sus obras están estructuradas en un espacio tan dinámico y de formas muy libres donde todo obedece a un estudio previo de como será el desarrollo ulterior de la obra en cuestión.

Cuando analizamos detenidamente la obra de Josignacio, comprendemos que los diferentes temas que aborda en su pintura no son más que pretextos empleados por él, para entregarnos una nueva propuesta visual que logre trascender aquello que de anecdótico pudiéramos ver en sus creaciones; pues para él, lo verdaderamente importante está dado en la interacción de formas y colores y no en la narrativa que pudiera desprenderse de las mismas. Para Josignacio, sólo cuenta realidad que se deriva de la propia materia plástica, con la que logra que sus cuadros mantengan ese aire de perpetuo reto y en donde cada obra más que una meta es un punto de partida.

Roberto J. Cayuso

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Los "fauves" (Las fieras)



Hablando del Salon de Otoño de 1905 en París, Louis Vauxcelles, crítico de la revista Gil Blas, refiriéndose a una escultura convencional que estaba rodeada de cuadros violentamente coloreados, escribió: "Donatello parmi les fauves".

Así nació, al menos oficialmente, y fue bautizado un movimiento que constituyó, para muchos artistas, un período de liberación que marcó el momento en el que se escaparon de las convenciones del realismo y de los límites del colorido convencional, aportando con esta nueva expresión artística una utilización intensa del color en la búsqueda de una mayor fuerza expresiva del cuadro, en las que cada pintor acometía sus obras como una experiencia personal plenas de espontaneidad y frescura.

La obra de los fauves, en su intento de hallar lo simple y esencial en sus temas, los llevó a la eliminación de la perspectiva espacial, el claroscuro y al empleo de referencias formales, en muchos de sus cuadros.

Emplearon una pincelada gruesa directa y vigorosa, evitando matizar los colores. Las figuras obtenidas mediante esta técnica resultaron planas, lineales, encerradas en gruesas líneas de contorno. Crearon espacios pictóricos de carácter ornamental, basados en motivos decorativos, tomados de papeles de pared o piezas de artesanía y así se alejaron del concepto figurativo naturalista para ir hacia una esquematización de las formas.

Artistas como Henri Matisse, André Derain, Maurice Vlaminck, Raoul Dufy, Kees van Dongen, Albert Marquet y otros que buscaron la liberación de la forma a través de la exaltación del color en la pintura y no por la luz, como los impresionistas..

Hacia 1908 comienza a deshacerse el grupo de los fauves y cada uno de sus integrantes van a tomar caminos diferentes.

martes, 8 de diciembre de 2009

Un universo pictórico


TOMÁS SÁNCHEZ: PAINTINGS / PINTURAS

Libro de arte a todo color de uno de los más reconocidos y cotizados pintores cubanos. Introducción por Roberto J. Cayuso. Inglés y español. Con más de 60 ilustraciones a todo color.

Full color book containing 60 of the most recognized and sought afterpaintings by Cuban artists, Tomas Sanchez. This bilingual edition contains an introduction by Roberto J. Cayuso.

ISBN: 0-9650650-0-6 / 1996 / E. 80 pages / Palette Publications

domingo, 6 de diciembre de 2009

Un nuevo paisaje



Cuando vemos las pinturas de Maikel Martínez, inmediatamente nos percatamos que es un creador que ha retomado el paisaje como el gran tema que usa para expresar esa manera, tan nueva como original, de re-crear el viejo tema, para darnos paisajes reducidos a sus estructuras primarias mínimas y ejecutados a gran tamaño.

Hay un grupo de cualidades en la obra de Martínez, por las que siempre las vamos a reconocer como suyas. Para él, en la elaboración de una pintura, “lo que cuenta no es lo que se pone; sino lo que se deja de poner”. Maikel, gusta de plantear en la mente de los espectadores de sus obras el proceso formativo, es decir, la idea de orden debe ser completada por cada uno de los que miran la pintura.

Maikel Martínez, construye obras simples y sugerentes, de gran efecto visual, que dan conciencia al espectador de la importancia espacial que él pone en todas sus producciones artísticas.

En algunas obras de Martínez, vemos una cierta tendencia a ir abandonando el interes por enfatizar el aspecto físico de la obra, para ir a una manifestación más conceptual donde el objeto se diluye para dar paso al arte-idea.

De cualquier forma que miremos las creaciones de este artista, vamos a comprender inmediatamente que estamos situados ante la obra de alguien que está cambiando la forma de mirar y sentir el paisaje. Para asombro nuestro no extrañamos en sus cuadros la casi total ausencia de color, texturas y todas esas otras cosas atribuibles al paisaje tradicional; sino por el contrario, casi lo deseamos.

Roberto J. Cayuso

sábado, 5 de diciembre de 2009

La cotorra

Arístides Fernández. Las bañistas, 1933


En una vieja tabla puesta sobre el palanganero de hierro, la cotorra picoteaba los restos de una fruta. Con un sonido bajo y áspero mostraba su satisfacción, sacudía el plumaje con movimiento brusco y ruidoso. Cansada de atacar la fruta, cogía con la pata las semillas y con el duro pico trituraba el hueso en busca de la almendra. Parecía una vieja sesuda delante de un plato exquisito.

Una sombra larga y quieta se proyectó en la puerta de la habitación, interceptando la claridad. El animal tuvo un sobresalto, receloso dejó de comer y miró fijamente la puerta; un sonido de gallina inquieta se repitió en su garganta como un estribillo, y balanceándose sobre las cortas y nada graciosas patas daba vueltas sobre la tabla. La sombra avanzó por toda la habitación en busca de la otra puerta, atravesó el cuarto a lo largo, indiferente, como ignorando el bicho. Al pasar junto al animal, éste se quiso tirar de la tabla; el hombre no le dio tiempo, de un papirotazo la lanzó al suelo sin interrumpir su camino. Patas arriba la cotorra sobre el mosaico, gritó de rabia impotente; su garganta dejó escapar una serie de chillidos ásperos y penetrantes. El hombre respondió con una carcajada. Derrengada y con las verdes alas extendidas buscó refugio bajo la cama. Escondida dentro de un cajón debajo de la cama, comenzó a chillar, a chillar sin parar. El hombre se acercó al lecho y dándose puñetazos sobre el torso desnudo gritó exasperado:

—¡Cállate, condenada! ¡Animal del diablo! Cállate o te aplasto. Tus gritos me exasperan, crispan mis nervios, me torturan. ¡Diez años ha que eres mi pesadilla, diez años que me persigues como la sombra de un mal espíritu. Sin embargo, te he dejado con vida por odio feroz que te tengo, porque siento placer en martirizarte! ¡El verde de tus plumas enciende de furor mi sangre! ¡Cállate...! ¡Cállate...! ¡Cállate...!

El perico dejó de gritar y la sombra del hombre se retiró por los cuartos, oscuros y cerrados a la claridad.

El hombre se debatía en el suelo, todos los objetos revueltos se amontonaban en las habitaciones, el escaparate con las puertas violentadas, regada por todo el cuarto la ropa; el hombre espiaba un rayo de luna a través de la ventana. El hombre amordazado y amarrado de pies y manos era un bulto más en la confusión de tanta ropa regada. Pensó: «Faltarán dos horas para el amanecer».

Dio un suspiro y esperó con la vista fija en los cristales del ventanón.

A poco se quedó dormido.

Cuando despertó, el sol estaba muy alto, un rayo brillante y dorado jugaba en los mosaicos. El hombre fijó la vista en la entrada del cuarto vecino; quiso gritar, pero la venda que le amordazaba la boca se lo impidió.

Una sombra pequeña y de vacilantes pasos avanzaba por el cuarto vecino, vacilante como un cangrejo. La cotorra caminó hasta la entrada de la habitación donde el hombre se debatía. Se paró en el cuadro de la puerta y esponjeó sus plumas con una sacudida nerviosa. El cuello rojo brillaba como escarlata, el pico duro y amarillento como marfil. Inició un sonido bajo como un cloqueo, avanzando un pasito. Luego, quieta y silenciosa, miró al hombre, con la cabeza de medio lado inclinada. El ojo redondo e inmóvil miró fija y largamente, la mirada se hizo dura, sangrienta, irónica. El hombre sintió un estremecimiento de terror.

El ojo redondo era como un metal encendido. El animal comenzó un canto guerrero y de satisfacción, y sobre sus cortas patas se acercó al hombre.

El hombre quiso aplastarla con los pies, pero el pajarraco con un revuelo evitó el peligro, y, triunfante, se posó sobre el pecho del que en el suelo se debatía impotente.

El hombre quiso rodar por el suelo. La cotorra, volando, se posó en la cabeza y afianzándose con las garras en las negras greñas, hundió su férreo pico en los ojos del hombre; por dos veces repitió la operación, y cuando saltó al centro de la habitación, dos agujeros horribles sangraban en la cara del hombre.

Luego comenzó una danza triunfal, chillando agudamente entre los gritos de dolor del hombre.

*Arístides Fernández

*Artista cubano nacido en la provincia de La Habana, en 1904. Hizo estudios en la Escuela Nacional de arte de San Alejandro, en La Habana, Cuba. Casi toda su obra pictórica y literaria la realizó al final de su vida (1934)

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Lotería

Ilustración: Alexis Blanco

Desde que se levantó muy temprano sabía que hoy sería su gran día. Todo lo indicaba, pues hasta el cielo le resultaba más despejado y azul de lo que era capaz de recordar en mucho tiempo, lo cual constituía un excelente augurio. Además estaba ese presentimiento que le decía que hoy era el día. Ese día, tan especial como añorado, donde su vida cambiaría de una vez y para siempre.

Así, lleno de ideas positivas, se acicaló, se vistió cuidadósamente sin nada de lujos; pero impecable como lo requería esa cita que cada viernes, y desde hacía años, tenía con el destino.

En el momento de salir de su habitación, y justo unos segundos antes de cerrar la puerta, lanzó una mirada rápida y nerviosa sobre un grupo de cuadros, algunos terminados y otros más o menos manchados, que recostados contra la pared retumbaron al cerrar violentamenta la puerta.

Una vez en la calle pensó tomar un taxi para llegar más rápido, pero al llevar las manos a los bolsillos se percató que debía de caminar; mas se consoló enseguida, pues mientras andaba no sólo rumiaría su pronto éxito, sino que haría un balance de viejos sueños y esperanzas truncadas en su vida como pintor.

A partir de hoy iba a poder prescindir de esa pléyade de clientes morosos, regateadores e insufribles que siempre le pagaban miserias por sus obras. El pensar decirle un adios definitivo a esa mugre colección de usureros, que se hacían llamar coleccionistas, le producía un enorme placer.

Ensimismado en esas cavilaciones llegó a su destino, como quien acude a esa primera cita de amor, con los nervios crispados y un acelerado ritmo cardíaco. Sin pensarlo abrió la puerta del establecimiento y fue directo al empleado de esa popular cafeteria, que atendía la máquina expendedora de boletos de lotería, y le dijo apresuradamente –me da un boleto.- Uniendo la acción a las palabras le dio al empleado un estrujado papel, que sacó de uno de sus bolsillos, en donde estaban escritos los seis números que la noche antes creía le había susurrado al oído algún hado benefactor.

Una vez que le entregaron el boleto, lo asió con fuerza entre sus manos e inmediatamente se sintió el hombre más afortunado del mundo y se dijo a sí mismo que la espera fue larga, pero el final bien valía la pena.

Con la misma premura con la que había entrado al establecimiento, salió del mismo pensando celebrar, de algún modo apropiado y anticipadamente, el gran premio que representaba una suma tan enorme que ni siquiera era capaz de dibujar en su mente.

Apuró el paso, mientras apretaba el pequeño boleto contra su pecho, y decidió ir a casa de un amigo donde pasar las horas que faltaban para que se hiciera público que era él, el único ganador.

Cruzó la calle, casi corriendo, y justo en ese momento sintió un impacto que lo hizo volar. Experimentó el horror del vacío y ese aire caliente que le golpeaba el rostro. Vio su mano abrirse y escaparse entre sus dedos el diminuto boleto que, impulsado por una corriente de aire, subía a lo más alto hasta que lo vio perderse en el infinito azul de la mañana. Mientras se daba cuenta que con su inminente caída se iban juntos boleto, vida y esperanzas.

Roberto J. Cayuso