miércoles, 18 de noviembre de 2009

Arcadio Cancio: La otra realidad


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El punto de partida en toda obra de Cancio, está en la vida misma. Son sus relaciones personales y son sus vivencias traducidas a pinturas y por ello no siente la necesidad de seguir a la naturaleza o lo que equivale a decir a copiar el entorno en que vive y se mueve este artista creador de un mundo paralelo y ajeno a la realidad circundante. Sus cuadros los crea él y cada uno constituye un universo propio donde las cosas son como las quiere y no como aparentan en la realidad. Es la otra realidad. La realidad de un imaginero, creador de sueños plasmados en colores.

Cuando nos adentramos en el mundo de formas y colores de lo que constituye el universo plástico de Arcadio Cancio, son varias las cosas que nos llaman la atención. La primera es su capacidad de crear obras que, con total independencia del tema, siempre nos van a remitir a él. No importa si se trata de una catedral, unos músicos o simplemente un grupo de damas reunidas en torno a una mesa o junto a un vitral. El tema, una vez más, es un pretexto con el que, desde su muy particular visión, nos entrega un mundo de formas y colores tan íntimo como apasionado donde la belleza femenina es el protagonista principal.
El arte de Cancio se concreta en una especie de síntesis estilística conformada por el realismo y la idealización de personajes o temas construidos mediante el empleo de elementos cubistas y del arte gótico, en que el color nos llega tanto por planos superpuestos como por degradación de los mismos, creando así, mediante masas coloreadas, una versión inédita del espacio. Maestro de la luz y el color no rehúye la aventura colorística sino, por el contrario, la busca y eso lo vemos en muchas de sus obras, verdaderas sinfonías de color.

Gusta de contornear sus figuras mediante una línea fluida y simple, evitando durezas y alternando ingeniosamente rectas y curvas. Tiende, ante todo, a sellar el movimiento instantáneo de las figuras mediante pocos trazos; concentrando las masas de luz y resaltando los sombreados, logrando una presencia grandiosa en cada uno de los elementos con los que compone sus cuadros, los que muchas veces son elementos arquitectónicos como el arco de medio punto bizantino, el vitral gótico o la curva y el espiral barroco, re-creando de este modo un mundo mágico donde más que convivir se mezclan organizadamente antiguas y modernas maneras de hacer. De hacer un arte que, como el suyo, nos brinda toda la belleza y originalidad que este artista es capaz de darnos en cada una de sus producciones.
En la concepción artística de Cancio existe una preocupación estética que trasciende el tema o asunto en sus pinturas y es que mira sus cuadros desde una perspectiva histórica; es decir, siente la necesidad de imprimir a su pintura a la vez que de una fisonomía propia, otra de grupo y así sitúa su arte dentro de esa corriente estética que tuvo sus albores en el primer cuarto del siglo XX con figuras como Víctor Manuel, Amelia Peláez, Carlos Enríquez y otros muchos, responsables directos de eso que hoy conocemos como la Escuela de La Habana.

Roberto J. Cayuso



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