viernes, 1 de enero de 2010

Lección y ejemplo de la pintura cubana de hoy

José Gómez Sicre, apasionado de la moderna pintura de su patria, ha organizado para nosotros una pequeña, pero representativa exposición. Hallamos en ella un contraste total con todo lo que se pinta en Guatemala.

Se pinta en Guatemala?

Este contraste con nuestro medio saturado de academismo y pintoresquismo indigena superficial, lo que hace tiempo hemos llamado “Jicarismo”, creo que será altamente higiénico y preocupador para nuestros muchachos.

Para los pintores ya maduros cuya obra es la negación de toda necesidad de superación; para los pintores satisfechos de su rutina, caducos y entregados al pobre mercado fácil de un grupo turístico por lo general perfectamente imbecil, la pintura contemporanea de Cuba, que aquí nos da breve muestra de su libertad y de su audacia, no significará mayor cosa; para conmover tal anquilosamiento habríamos de recurrir a una estética bomba atómica.

Sin embargo, esta clase de exposiciones rebeldes y vitales, son para nosotros muy necesarias. Con el pretexto de un clasicismo inerte –negación en sí de la viva lección clásica- se ha pretendido menospreciar el sentido hondo y verdadero del arte: el arte no ha dejado nunca de ser invención, creación y conocimiento en vez de repetición, rutina y conformismo.

La joven pintura de Cuba se distingue claramente de cualquier otra pintura americana. Si estuviera mexicanizada, europeizada o puerilmente cubanizada, carecería de importancia y sus posibilidades serían menores. Ha sabido recoger el color y el calor de su dulce tierra, así como su sensualidad y su ritmo. Y lo está logrando con audacia y con verdad, buscando en lo recóndito de su arcilla y de su alma.

No hay disciplina del espíritu en Guatemala en donde una tiniebla compacta y sangrienta no haya dejado su rastro nulificador, su corrosiva acción, su fétida mancha.

Y sobre esta tiniebla, mi pobre patria, está Guatemala que me duele en las entrañas, tiene unas cuantas voces jóvenes, llenas de pujanza y desesperación. En ellas habremos de encontrar la voz del pueblo y de la tierra, la que sera recogida por la tradición nuestra. Lo demás parece pertenecer irremisiblemente a tal pasado indefinible que se cuelga de nuestros hombros para estorbarnos la marcha.

Recordad la vida social, intelectual y política (y sitio aparte para las contadas excepciones dignas) desde don Rufino hasta la caída de Ponce y vomitad si tenéis corazón.

Hoy nos esforzamos unos cuantos en rasgar tal tiniebla; pero ésta parece bloque de concreto.

La exposición cubana es un golpe de pica sobre ese bloque. Un golpe de pica como nuestra “Revista de Guatemala”. Eso es todo.

Y gracias amigo Gómez Sicre y demás jóvenes artistas de Cuba por esta lección y este ejemplo.

Luis Cardoza y Aragón

Octubre, 1944

Escritor guatemalteco, que vivió y falleció en México. Pasó años de juventud en París y pudo impregnarse con la eclosión del surrealismo, del que tomó las actitudes de ruptura estética y política, que luego conciliaría con una sensibilidad barroca de tipo americano y tropical, así como por la admiración militante hacia la revolución mexicana y su arte característico, la pintura de los muralistas. Sus poesías completas se recogieron en 1977. Entre sus libros, figuran trabajos poemáticos en verso o prosa, Luna Park (1923), Torre de Babel (1930), El sonámbulo (1937), Retorno al futuro (1948), Pequeña sinfonía del Nuevo Mundo (1949) y Quinta estación (1972); narraciones, Maelstrom (1926); asimismo escribió ensayos de interpretación política y social, Guatemala, las lineas de su mano (1955) y crítica de pintura.

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