miércoles, 26 de enero de 2011

Emigración artística


Sabemos que todos los días hay artistas que se ven obligados a bracear con las dificultades que entre ellos apareja la búsqueda de la expresión, van a tierras extranjeras para ver en qué forma podrán resolver las exigencias del simple vivir, con el consecuente desarraigo y las esenciales dificultades con que tropieza el que se injerta en ajeno paisaje. No se trata de artistas hechos para las alegres soirees diplomáticas, o de los que viven en perennes nostalgia de paises de superior cultura, haciendo asco de cuantas preocupaciones por el arte o por la dignificación de la nación, han tocado a los mejores nuestros; sino, por el contrario, de aquellos que habían hecho de nuestras raíces nutricias, paisajes, hombres, objetos, el más firme conpromiso para que de ahí extrayese su obra, sus esencias y la evidencia o justificación de su hallazgo formal. Qué motivaba ese hecho monstruoso? Es decir, los afanosos en incorporarse un paisaje nuestro, que se ven obligados a trabajar en otro paisaje que percibirían como cosa prestada que los atraerá una estación para ver museos y espectáculos artísticos, pero que en lo profundo se mantendrá cerrado y banal frente a ese hombre de pasada en tierras ajenas. Porque pongamos las cosas en su sitio, no se trata del artista que en su adolescencia cierra sus valijas y va a anclarse en otro paisaje cultural, en momentos en que su sensibilidad necesita de esa dilatación. Sino todo lo contrario, quien está en momentos de apresar, de perseguir en sus variantes y laberintos una realidad, por no poder cumplir entre nosotros los más elementales modos del vivir cotidiano, de lo necesario perentorio, se ve condenado a un destierro infructuoso, a llevar su nostalgia por los museos de cera y a pasearse por paisajes que para él serán de alambre y de nieve forrada de algodón.

1 comentario:

  1. yo no sé, Roberto, si la vida del artista tiene que ser dura y dificil para que la obra sea buena, tampoco sé muy bien, colega, qué ni cómo es la obra "buena", pero sí sé cuando es intensa, entusiasta, cuando está llena de dolor y de vida y de ausencias y de nostalgias, de hambre incluso, de escasez, y esa obra a mi me gusta, habrá excepciones, no lo dudo, pero yo soy de los que piensan que el verdadero artista no es que no deba, es que es imposible, o casi, que lo tenga fácil. Siempre se da la lucha, siempre se camina a contracorriente, siempre la soledad o la incompresión...
    Un abrazo de tu colega
    peter

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